Como voy a dar muchos consejos sobre Pitching audiovisual, voy a empezar por contar cómo llegué a ser instructor de esta disciplina y cuáles son mi experiencia y conocimiento. Dar consejos siempre es delicado, y un poco atrevido, pero te cuento mi bagaje para que no pienses que improviso o me lo invento. La intención de este blog es buena, ya que pretendo ayudarte a entender en qué consiste "pitchear" y hacerte más fácil el sacar adelante tus proyectos, pero si eso no va acompañado de pautas útiles y comprobadas, no tiene ninguna utilidad
Mi carrera como formador en pitching empezó hace diez años. En Espinho, Portugal. En el FEST. Yo ya llevaba unos años como director y guionista y también dando clases, sobre todo de guión y de dirección de cine documental. El taller de guión que hacía en Fest era una catarsis maravillosa en la que decenas de guionistas aprendieron o crecieron o al menos lo pasamos genial durante tres días enteros. También llevaba dos años dando un módulo del master de guión del CES
que se llamaba "Del guión a la pantalla”.
Esos dos parámetros llevaron a Filipe Pereira, director de FEST a proponerme como instructor de pitching en la primera edición del Pitching Forum que tuvo lugar en 2011.
Esa fue la razón por la que me lo propuso, pero no por la que acepté.
Yo llevaba muchos años moviendo proyectos como guionista y director, con lo que yo pensaba que era poco éxito (ya hablaremos del concepto de éxito en otro post, ya que para el pitching es fundamental). Y había quedado traumatizado con el tema del pitching. No de forma abstracta, sino de forma muy concreta y en la primera experiencia que tuve.
En el Market de Málaga de 2001, diez años antes de mi decisión de aceptar se instructor de pitching en Espinho, estaba yo con mi hermano y productor intentando vender mi documental "Tenis con J.L.G. Buscando a Godard". Allí asistí por primera vez a un Pitching Forum. Me sentía muy confiado. Conocía de sobra mi proyecto, tenía desparpajo hablando en público y la osadía del novato.
El director que presentó antes que yo hizo una presentación brillante. Con todo lo que tiene que tener un buen pitch (que ya lo iremos contando poco a poco aquí, pero que puedes anticiparlo en mis clases gratuitas en vídeo). Y aún así, el feedback que recibió fue demoledor. O al menos a mí me lo pareció. El chico aquel traía una idea para un documental y le vinieron a decir que no lo hiciera. Que no merecía la pena y que no se lo iba a comprar nadie. Con muchísima educación y todo bien justificado, pero a mí me pareció demoledor. Y yo iba después con la única herramienta de mi supuesto desparpajo y dándome cuenta de que lo que también tenía era un absoluto desconocimiento de las reglas del juego.
Y no pitcheé. Me bloqueé y no pitcheé. Me cagué de miedo. Y no me presenté en mi turno. Y no me arrepiento. Hubiera hecho el ridículo por mucho desparpajo que creyera tener y hubiera hecho perder el tiempo a todo el mundo.
Quedé, como he dicho, traumatizado, pero también fascinado por lo que estaba pasando allí. Un intercambio de ideas y de energía creativa brutal. Más allá del mercadeo, que luego descubrí que también es maravilloso, además de necesario, se creaba en ese evento una oportunidad desconocida para mí de recibir feedback
(otra palabra clave) valiosísimo para tu carrera. También me pareció muy útil como puro centro de conexión entre profesionales de la industria, a los que de otra manera, a la antigua usanza, no hubiera tenido acceso nunca.
Arruiné esa oportunidad por mi arrogancia e ignorancia. Pero me prometí a mí mismo que me iba a preparar para sacarle el máximo partido a todas las situaciones de pitching (sí, hay muchas) que me encontrara en el futuro y a llevar mis proyectos lo más lejos posible.
Como no había mucho por ahí del tema, mi aprendizaje ha sido a base de prueba y error. Y uno de los motivos principales por los que me decidí a enseñar a pitchear es intentar evitar a cineastas del futuro todos los golpes que yo me he dado. Y que al contrario de lo que dicen, no te hacen más fuerte. Te dejan baldado y te hacen perder una cantidad de tiempo y oportunidades enorme.
El salto cualitativo que me hizo entender definitivamente de qué iba el pitching y por dónde debía encaminarlo como profesor vino en 2012. Me contrataron en IE University
para dar clase de guión y dirigir el Media Lab. Más tarde mi relación con ellos creció y pasé a dar clase de vídeo para comunicación corporativa para los alumnos del Master y a dirigir el Laboratorio de Comunicación en la sede de Madrid. En este entorno, formándome en profundidad en temas más cercanos a la empresa que a lo creativo, y rodeado de los mejores profesionales del mundo en marketing, psicología y emprendimiento, cambié el chip. El pitching audiovisual no es storytelling, es marketing. Tiene mucho de storytelling y este nos puede ayudar muchísimo, pero es marketing (y esta es la primera lección de este blog).
Así que llego a 2021 con un bagaje de más de 20 años como profesor de guión, dirección y comunicación corporativa. Más de 500 alumnos. Más de 30 productos audiovisuales escritos, dirigidos o producidos para cine y televisión. Habiendo presentado innumerables proyectos en pitchings de todos los colores. Con un pie en cada mundo, uno en el creativo y otro en el del mercado. Años y años de batacazos. Y éxitos propios y ajenos que se sienten como propios. De ambos he sacado enseñanzas que quiero compartir aquí para que vosotr@s solo tengáis los éxitos.